La receta para lograrla
¿por dónde empezamos? ¿Hay alguna clave para tener más actitud? ¿O para cambiarla? Primero, es importante saber que la receta no es única ni funciona siempre, sino que está anclada en un estricto presente, al que debemos prestarle una atención consciente. También es importante que nuestra actitud de hoy se nutra de cierta celebración del pasado -el reconocimiento de los frutos obtenidos ayer o antes de ayer en tu historia personal- y que promueva la confianza en el futuro. Pero, en líneas generales, podríamos resumirla en cuatro componentes imprescindibles:
Ganas: no es fácil encarar proyectos o deseos sin el motor que viene desde lo más profundo de nosotras mismas. Las ganas alimentan la actitud y nutren ese "yo puedo hacerlo". Tiene que ver con elegir cosas que estén en consonancia con vos y con aquello que te gusta. Es mucho más difícil ponerles actitud a las cosas que rechazamos o que no nos despiertan interés. Pero el problema puede ser que a veces el escenario que se nos plantea no tiene nada que ver con nuestras inquietudes. En tal caso., ¡ponele también actitud!, la actitud del "no me va a derrotar esta dificultad". Las cosas resultarán, al menos, más llevaderas.
Acción: es la clave para que una actitud positiva no se quede sólo en las ganas o las promesas de que algún día haremos las cosas. Confiar en nosotras es la única forma de depositar un halo de seriedad en nuestros proyectos. Y así nuestro "organizador" de recursos inconsciente nos va a adjudicar la fuerza y la confianza para seguir con el proyecto. Si no hacemos, entonces no creemos, nos quedamos pegadas en esa imposibilidad y no generamos las ganas ni la tenacidad que pueden hacer que se concreten. La acción chiquitita, casi microscópica, del día a día es la que nos va acercando paulatinamente al logro. En eso se basa la actitud proactiva: en mantenerse activos y despiertos para ir celebrando los avances cotidianos. Al finalizar cada jornada, vale preguntarse: ¿qué hice hoy para concretar lo que quiero en mi vida?
Optimismo: sabemos que la vida es complejidad, cambio, fallas. La realidad, muchas veces, tiene más que ver con el "shit happens" que con la "vida color de rosa". Nuestra mente, siempre temerosa de cualquier cambio -por más deseado que sea-, va a tratar de boicotearnos los planes. En cuanto intentemos algo nuevo o nos propongamos disfrutar de aquello que nos merecemos, va a empezar con la cháchara de siempre. Es probable que frasecitas del tipo "no vale la pena", "no vas a poder", "estás perdiendo el tiempo con eso..." se instalen en tu cabeza y amenacen con arruinarlo todo. No dejes que suceda. Ahuyentalas con un "yo puedo hacer esto que me gusta" o con una caminata por el barrio para airear tu mente.
Organización: la actitud también necesita ciertos límites que la enmarquen en un contexto de realidad. Los desafíos tienen que estar siempre en relación con los recursos que tenés, porque si te planteás metas demasiado lejanas o grandes, podés caer en la desesperanza o la ansiedad fácilmente. Por otro lado, si te inventás situaciones demasiado chiquitas, se diluye la motivación para conseguirlas. Tenemos que buscar, forzosamente, un equilibrio. Una de las claves es plantearse proyectos realistas que puedan ser llevados a cabo con una organización eficiente. Quizás esté bueno pensar el futuro en dos tiempos: delimitando cuál es el objetivo a largo plazo -futuro lejano- y cuáles son los pasos intermedios que podés planear hoy para lograrlo -futuro cercano-. Si querés irte a convivir con tu chico a la semana de haberlo conocido, pretendés un ascenso laboral al mes de haber empezado un nuevo trabajo o querés bajar esos 3 kilos que trajiste de las vacaciones en una semana, probablemente te estés sobreexigiendo desde el principio y gastes inútilmente esa energía que puede estar enfocada en otros logros.
Lo que a nuestra mente le hace bien es, justamente, desear algo, sentir que puede tener eso que desea -de eso se encarga nuestra actitud proactiva- y, una vez conseguido el logro, relajarse y disfrutarlo por un rato. La naturaleza de este deseo también es importante: es conveniente desear desde lo que ya tenés -o sea, tu poder personal- y no desde la carencia y la falta. ¿Por qué es importante tener esto presente? Porque cada vez que se pone en marcha este proceso mental y nos enfrentamos a desafíos nuevos, el cerebro pareciera olvidar sus conquistas anteriores, y nos quita esa sensación de riqueza y disfrute. La conciencia del poder personal y del control sobre nuestra actitud hacia la vida nos permite estar en contacto permanente con nuestras habilidades y sacar el mayor provecho de ellas.